domingo, 22 de marzo de 2009

LA HABITACIÓN DEL HIJO

El duelo, suceso inefable
Imaginemos un ritmo de vida estable, equilibrado; imaginemos un profesional en ascenso sostenido, acomodado y sin embargo desprovisto de ambiciones desmedidas, con un buen trabajo, una familia casi ejemplar, unos hijos queridos y querendones y una mujer amorosa, comprensiva, leal , alentadora, inteligente y buen sexo. Un buen hombre. Imaginemos que el profesional goza de buena reputación en su localidad y que tiene prestigio profesional. Imaginemos que es Psicólogo, y que además es un psicólogo serio, honesto, responsable y comprometido fuertemente con la cura de sus pacientes, o por lo menos con la atenuación progresiva de sus malestares emocionales. Imaginemos que esos pacientes han depositado su total confianza en el Doctor, que creen en él, no sin razón, y que se ven reflejados en el limpio espejo del mismo, que su imagen no se devuelve fragmentada, sino completa, inescindible, como la figura de un padre contra el cual no se pudiera proyectar nada; imaginemos que hay amorosa transferencia entre los pacientes y el psicólogo, que los primeros se sienten abrazados, respetados, y protegidos en cada sesión.

Ahora imaginemos lo imprevisible, que un hijo del Doctor muere en un misterioso accidente acuático, y que toda la seguridad de su mundo estable se empieza a derruir. Todo marchaba bien en su vida hasta ese momento, sin excesos. Ahora es probable que ocurra un tsunami emocional en la vida del Doctor, en su entorno emocional , profesional y laboral. Él, tan seguro y mesurado, tan solidario con sus pacientes adoloridos, ahora no sabe como paliar su propio dolor psíquico, no sabe cómo sobrellevar el duelo, no sabe cómo evitar la habitación de su hijo, vacía, lúgubre, irracional, mortal... la unidad familiar se fragmenta, todos están permanentemente irritables, pero sus pacientes siguen confiando en él. Dependen de él, afectivamente están fuertemente vinculados a él, quizás el doctor no ha sabido manejar la transferencia, la entrega del mundo afectivo, del mundo infantil a él. Muy consecuente con su ética, trata de sobreponerse a su dolor, para continuar con sus terapia, pero impotente, siente como su punto de ebullición se acerca, hasta que su ser- profesional es invadido por su ser-hombre, y sus emociones comprimidas no tardan en estallar. Es un buen hombre y un psicólogo serio y consecuente, de esos que tanto faltan, pero ahora amenazan las convulsiones, y su ética se hace pedazos. Sus pacientes se convierten en objeto de odio y fuente de desesperación; ya no los soporta. Trata de abandonar sus labores, pero una serie de hombres y mujeres desvalidos afectivamente, desatan sus histerias y neurosis para impedir que los deje; le suplican su presencia horaria, y ésto incomoda al Doctor; su familia- los restos del sismo- también le fastidia, su mundo se derrumba y él quiere huir, pero está atado a su vida de padre. Las culpas lo fulminan, se siente responsable de la muerte de su hijo, pero traslada la responsabilidad a uno de sus pacientes. Sucedió así: padre e hijo llevaban una relación loable, el padre se había comprometido a acompañar a su hijo en una jornada deportiva - juntos solían hacer deporte y así fortalecían su relación- ; el Doctor recibe una angustiosa llamada de uno de sus pacientes y frente al dilema, decide incumplir la cita al hijo e ir con el paciente. El paciente relata su drama mientras su hijo muere. ¿es responsable el paciente?, ¿su compromiso profesional ? ¿ su personalidad equilibrada? ¿ quién en suma dejó que su hijo amado falleciera? La muerte se alza victoriosa, y el Doctor quisiera asimilarla a guiso de cataclismo, aunque llegará aceptarla con la suavidad del thanatos. Una novia del hijo aparecerá para incrementar el caos y reparar el orden al final. El Duelo comienza a ceder...


Es una historia dolorosamente humana, un sitio común en la desventura, narrado con un extraño respeto hacia el dolor ajeno, hacia la fragilidad de los sentimientos. Somos vulnerables, a qué empeñarnos en ser indestructibles, en escapar al sufrimiento, en construir castillos de seguridad, de poder o de miedos, si la muerte es parte ineludible de nuestras vidas, si de todas maneras va a ocurrir.
Y los miedos y la seguridad nos son expendidos como parte de la cesta familiar; el miedo a morir, el miedo a vivir, el miedo a ser libre, la comodidad de ser esclavo. Una vida sin angustias, una vida regida por psiquiatras y fármacos...

Ficha Técnica:
Título original: La Stanza del Figlio
País. Italia
Año: 2001
Dirección : Nanni Moretti
Intérpretes:
Nanni Moretti
Laura Morante
Jasmine Trinca
Giuseppe Sanfelice
Sofia Vigliar
Renato Scarpa
Roberto Nobile
Paolo De Vita
Roberto de Francesco
Claudio Santamaría
Antonio Petrocelli

Escenas







1 comentario:

  1. Aceptando tu invitacion decidi ver esta pelicula hoy y apenas se quedaron en la playa y Brian Eno comenzo a cantar decidi verla de nuevo y al final me quede con una especie de frustracion en mis sentidos. El review que hiciste sobre la pelicula logro conmoverme mucho mas... no debi leerlo antes!! Ademas la version doblada al espanol a la que accedi le quitaba gracia a los actores que a excepcion del medico me parecieron algo malos. Pero el tema es excelente y esta bien manejado . La muerte que devuelve el equilibrio al que se va siempre logra desequilibrar al que se queda y esta pelicula lo refleja de una manera simple y moderada. Me encanto la cancion de Eno... es lo mejor que tiene la pelicula.

    Sofia Prada

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